Qué es la economía circular

Según Naciones Unidas durante las próximas décadas la población global se incrementará hasta alcanzar los 9.100 millones de personas en 2050. 

Según los datos que se manejan por previsiones en relación con el crecimiento de la población, en 30 años harían falta casi 3 planetas para mantener la forma de vida a la que estamos acostumbrados.

En este contexto de aumento de la demanda de consumo, junto con un acceso a recursos cada vez más reducido, puede preverse un notable encarecimiento de materias primas, fuentes de energía y materiales, que como ya estamos viendo provocan incertidumbre e inestabilidad en los mercados, afectando a la sociedad.

Las economías lineales y dependientes de una cadena de suministro fluctuante van a tener que evolucionar a sistemas más eficientes concebidos para sostenerse con recursos limitados.

Para ello es imprescindible contar con herramientas y mecanismos para garantizar las provisiones de suministros, reevaluar los patrones de consumo, y apoyar la transición hacia un nuevo modelo productivo sostenible que tenga en cuenta el futuro de las nuevas generaciones.

Se han creado sistemas muy dependientes y poco sostenibles que está generando entornos productivos asfixiantes para muchos operadores que para mantener sus negocios han de asumir costes tan elevados que los llevan a la extinción.

Entre los motivos encontrados por tanto para avanzar a un nuevo modelo de economía son el aumento de la demanda y la escasez de recursos, la dependencia de recursos y la disminución del impacto ambiental de las acciones que afecta al calentamiento global del planeta.

Desde los años 70, se habla de un concepto con el que ya estamos familiarizados y que viene a trabajar este cambio de paradigma.

El concepto economía circular ha estado evolucionando desde la década de 1970 basándose en diferentes escuelas de pensamiento.

Para entender el concepto de economía circular podemos abordar el tema desde diferentes ámbitos, sin olvidar nunca que se trata de generar un desarrollo económico a través de uso de recursos de forma eficiente.

Dentro de las definiciones encontramos muchas:

  • Es un modelo de producción y consumo que implica compartir, reutilizar, reparar y reciclar materiales y productos todas las veces que sea posible para crear un valor añadido.
  • Es la contraposición a la economía lineal tradicional.
  • Es la intersección de los aspectos ambientales, económicos y sociales.
  • Es un sistema económico y social que tiene como objetivo la producción de bienes y servicios al tiempo que reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía.
  • Es una estrategia basada en reducir el uso de materias primas, reparar o reutilizar los componentes, y reciclar los desechos.

¿Qué es la economía circular entonces? ¿Es un modelo de producción, de consumo o una estrategia?

Profundizar en los términos de economía circular nos ha llevado a entender que se trata de cambiar a mecanismos de creación de valor no vinculados al consumo de recursos finitos. 

Queremos trasformar la visión del consumo completamente y enfocar el trabajo en pilares básicos definidos desde la fundación Ellen Macarthur.

1- Eliminar residuos y contaminación desde el diseño

Preguntarse sobre cómo puedo reducir el consumo de recursos, si puedo sustituirlo por otro más eficiente o usarlo de forma más eficaz son partes del nuevo concepto.

2- Mantener productos y materiales en uso

¿Cómo puedo reutilizar lo que he usado? Se trata de transformar los residuos en la medida de lo posible, en los nuevos recursos.

3- Regenerar sistemas naturales

Ayudar a regenerar sistemas que han sido dañados y volver a equilibrarlos.

Existen formas diferentes de consumir, la mirada hacia los ciclos biológicos de la naturaleza nos hace ver que debemos enfocar nuestra estrategia a ciclos circulares en vez de lineales.

En el entorno natural no existen los residuos, cada sistema biológico abastece al otro y nunca se producen materiales que puedan bloquear la regeneración.

¿Qué ha ocurrido con los humanos?

A partir de la revolución industrial se han comenzado a producir materiales y productos que no pueden ser regenerados y que producen residuos tóxicos, estos residuos son desechados y acumulados sin ser reutilizados.

Sabemos que esto no funciona.

Por eso se ha replanteado la situación y las empresas comienzan a trabajar dos concetos claves a través de la circularidad, los ciclos biológicos y los técnicos.

El concepto de ciclo biológico se aplica a materiales que se fabrican a partir de recursos naturales y que su consumo puede dar lugar posteriormente a un sistema de compostaje volviendo al sistema.

El concepto de ciclo técnico se relaciona con los productos que no tienen una base de materiales naturales sino otro tipo con lo que deben entrar en un proceso de reutilización, reparación, reproceso y en última fase reciclaje.

¿Y cómo se aplica esto en alimentación?

El sector agroalimentario tiene un papel clave en esta transición hacia una economía circular ya que sus actividades son fundamentales para el desarrollo social y económico de nuestra sociedad, pero al mismo tiempo generan importantes impactos ambientales. 

El sector tiene un elevado consumo de recursos (agua, energía, materiales, etc.), contribuye al cambio climático con sus emisiones de gases de efecto invernadero y genera una importante cantidad de residuos, tanto de plásticos y otros materiales, como de alimentos. 

Hacer frente al reto de reducir estos impactos y al mismo tiempo satisfacer una creciente demanda de alimentos requiere la transición del sector hacia una actividad agroalimentaria circular. 

Para entender mejor como actuar tenemos que irnos a las acciones que ya se están poniendo en marcha en empresas de todo el mundo y que no siempre implican una gran inversión sino más que bien una nueva forma de hacer las cosas.

Vamos a estudiar algunos ejemplos interesantes de empresas que ya están trabajando su economía circular y que aparecen como buenas prácticas recogidas por diferentes asociaciones locales o estatales.

Buenas prácticas en alimentación en Euskadi, nos muestra ejemplos de economía circular en empresas que han trabajado buenas prácticas en producción agraria, transformación, distribución o consumo y foodservice.

Un ejemplo es Kerixara una explotación de ovejas latxa que produce queso DOP Idiazabal de manera artesanal y trabaja en la innovación de la alimentación de ganado, con el objetivo de producir un queso más sostenible y competitivo. 

Sus proyectos sostenibles incluyen 3 enfoques diferenciales muy interesantes. 

La primera revolución que introdujeron en el pienso de sus ovejas fue la sustitución de la soja por el guisante y la colza como fuente de proteína.

Al procesar los granos de colza en una prensa se obtiene la torta para la alimentación de las ovejas, así como el aceite que se utiliza como combustible para la automoción, para alimentar las calderas de gasoil que se utilizan en la producción del queso.

Con ello lograron utilizar materias primas locales, evitar los transgénicos y reducir la dependencia de mercados internacionales y sus impactos ambientales relacionados.

Además, el cultivo de colza aumenta la productividad del cereal en rotación y mejora la estructura del suelo. 

También tienen 20 cerdos que alimentan con el lactosuero generado en la quesería y el pienso elaborado con colza. 

El proyecto minimiza el uso de recursos, mejora la eficiencia energética y reduce la huella de carbono.

II Catálogo de Buenas Prácticas en Economía Circular (CBPEC) del Ministerio para la Transición Energética y el Reto Demográfico (MITERD), donde se pretende potenciar el intercambio de buenas prácticas de economía circular entre los principales agentes implicados, de manera que se creen sinergias que favorezcan dicha transición. 

El proyecto de Mahou San Miguel ha eliminado el plástico de envases y embalajes de más de 12 referencias y agrupaciones de producto distintas de sus principales marcas: Mahou, San Miguel y Alhambra. 

Entre los materiales que se han dejado de utilizar se encuentran los retráctiles plásticos, que han sido sustituidos por cajas de cartón biodegradable, y las anillas que sujetan las latas, que suponen todo un reto por las escasas alternativas que existen actualmente en el mercado, que contarán con su propia versión en cartón procedente de bosques gestionados de manera sostenible. 

Con esta iniciativa se ha conseguido ahorrar más de 90 toneladas de plástico al año y un 40 % de energía eléctrica en el proceso de empaquetado de latas.

Heineken por su parte ha trabajado en la revalorización la levadura de cerveza y el bagazo de desecho, subproductos resultantes de la elaboración de cerveza que son vendidos a industrias ganaderas y agrícolas locales (ubicadas en Sevilla, Madrid, Valencia y Jaén) para su aprovechamiento como pienso o abono, mientras que las soluciones hidroalcohólicas generadas por la producción de cerveza sin alcohol son utilizadas para la elaboración de vinagre de cerveza en la industria agroalimentaria. 

Como resultado de estos procesos, durante el año 2020 se han reincorporado a otros sectores 178.500 toneladas de subproductos. 

Otro proyecto más local es el que ofrece Danone  al cliente del canal HORECA (principalmente hoteles y catering de las Islas Baleares y, puntualmente, algún otro establecimiento de la Península) sustituyendo los envases unitarios por un dispensador recargable sin motor, sin cableado y de fácil manipulación para su oferta de productos lácteos, conservando su calidad a través de unas fundas de agua que mantienen la temperatura adecuada. 

Con esta solución, el cliente es capaz de reducir los residuos de envases que genera. 

Además de ser una solución económica y sostenible, previene el residuo alimentario que se produce en manos del consumidor final y da respuesta a la motivación de algunos clientes por la sostenibilidad. El compromiso por ambas partes contribuye a que el canal HORECA reduzca la contaminación por plásticos y el sobre envasado.

El proyecto REiNOVA S.i., un proyecto de cooperación transnacional entre Portugal y España que tiene como objetivo promover el uso de prácticas de economía circular en las microempresas y las PYMES del sector agroalimentario nos muestra también acciones interesantes del sector.

Destacamos el proyecto de investigación denominado LIFE SARMIENTO que propone la conversión de los subproductos de los viñedos en un sustrato que luego puede aplicarse como un compuesto enriquecido nuevamente en los viñedos u otra siembra, ayudando a prevenir la degradación del suelo.

Con esta solución las emisiones de CO2 se redujeron en un 85% (2,4 toneladas / ha / año) en comparación con las prácticas de gestión actuales.

También se ha conseguido la regeneración y mejora de las condiciones del suelo, aumentando la capacidad del suelo para almacenar carbono y proporcionando una mejor resiliencia y adaptación al cambio climático.

En estos ejemplos y muchos otros existentes dan como resultado soluciones para mitigar el cambio climático, reducir las emisiones de CO2, contribuir a una economía baja en carbono y adaptada al cambio climático, con mayor eficiencia de recursos, y utilizando un enfoque de economía circular.

María J. Herrero Salas

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